sábado, 24 de julio de 2010

¿Qué necesitamos para ser felices?

Jesús comenzó su sermón más famoso hablando de la felicidad. Dijo: "Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual" (Mateo 5:3). ¿A qué necesidad se refería?
Para vivir, todos tenemos que respirar, comer y beber. ¡Hasta los animales lo necesitan! Pero nosotros precisamos algo más para ser felices: comprender cuál es el sentido de la vida. Y el único que puede satisfacer esas necesidades el Creador. De ahí que Jesús dijera:"No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová"(Mateo 4:4). Así pues, solo seremos realmente felices si reconocemos que tenemos esa necesidad y, para satisfacerla, nos acercamos a Jehová, el “Dios feliz"(1 Timoteo 1:11).Además, él nos ofrece algo esencial para nuestra felicidad: la esperanza de un futuro mejor.

Para ser verdaderamente felices debemos comprender cuál es el sentido de la vida
¿Cómo dio esperanza Jesús?
Jesús también dijo: "Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra"(Mateo 5:5). Al curar enfermos y resucitar muertos, Jesús dio una hermosa esperanza a la humanidad. También fue muy esperanzador su mensaje. "Tanto amó Dios al mundo enseñó Jesús que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna." (Juan 3:16.)
Por tanto, para disfrutar de vida eterna en la Tierra, hay que ejercer fe y ser obedientes a Dios. ¿Se imagina viviendo entre personas pacíficas, sin envejecer nunca? Con razón, la Biblia dice: "Regocíjense en la esperanza" (Romanos 12:12). Sin embargo, Jesús también dio algunas claves para ser felices en la actualidad.
¿Qué es lo que nos hará más felices?
Es verdad que hacer cosas por los demás nos hace muy felices. Sin embargo, ninguna felicidad es comparable a la que se siente al servir a Dios. Según indicó Jesús, ni siquiera se puede comparar con la alegría que sienten los padres por los logros de sus hijos. En una ocasión, "cierta mujer de entre la muchedumbre levantó la voz y le dijo: '¡Feliz es la matriz que te llevó y los pechos que mamaste!'. Pero él dijo: 'No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!' “(Lucas 11:27, 28).
Y es que Jesús se sentía muy feliz cumpliendo los deseos de su Padre, lo que incluía dar a conocer la esperanza de vivir para siempre. Por eso, tras explicar esta esperanza a cierta mujer, Jesús dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió" (Juan 4:13, 14, 34). Nosotros seremos igual de felices si hacemos lo que a Dios le agrada: enseñar la verdad bíblica a nuestro prójimo.

jueves, 22 de julio de 2010

Las yurtas viviendas móviles de Asia central

Es blando y redondo, y se mantiene caliente en invierno y fresco en verano. Los pueblos nómadas de algunas zonas de Asia central responderían sin dudar: una yurta. Tiempo atrás, era habitual ver estas moradas tradicionales desde las estepas de Mongolia y Kazajistán hasta las montañas y valles de Kirguistán.
La yurta es una estructura redonda, similar a una tienda de campaña, de cuyas paredes cuelgan esteras vegetales decorativas. Capas de fieltro de lana de oveja forman su cubierta exterior. Estas tiendas son ligeras y fáciles de montar, pero a la vez resultan resistentes y acogedoras durante los veranos calurosos y los fríos inviernos. Los kirguis la llaman casa gris, los kazajos, casa de fieltro, y los mongoles, ger, que significa "hogar"
Las yurtas son de color marrón grisáceo o blanco brillante, dependiendo de la lana utilizada. Los kirguis y los kazajos suelen decorarlas con motivos tradicionales de brillantes colores que representan un cuerno de carnero. En el pasado, las hermosas mantas y las alfombras de fieltro para el suelo eran un indicador de la riqueza y el prestigio de la familia.
Una pieza clave de la yurta es el anillo central, o rueda, al que se conectan todas las pértigas del techo. Este anillo resistente y pesado confiere estabilidad a la estructura y permite la ventilación. Sobre él se coloca una cubierta de fieltro que puede abrirse o cerrarse según las condiciones del tiempo. En las noches despejadas, las familias la retiran y contemplan el cielo estrellado a través de la abertura.
Ideales para la vida nómada
En ciertas áreas rurales de países como Kazajistán, Kirguistán y Mongolia todavía perdura el nomadismo. En su libro YurtsLiving in the Round (La vida en el circulo de una yurta), Becky Kemery explica que en Mongolia siguen trasladando las yurtas en camellos: "El peso del armazón se distribuye equitativamente a ambos lados del animal. El anillo central es lo último que se carga, pues encaja a la perfección en la joroba. Un segundo camello lleva las capas de fieltro. Cuando no hay camellos disponibles, los pastores transportan sus yurtas en carretas tiradas por yaks o caballos, o bien las llevan a su nuevo destino en un camión ruso"
Las yurtas mongolas emplean pértigas rígidas y techos menos inclinados: eso facilita que las estructuras soporten el azote de los fuertes vientos y los rayos que caen en las llanuras abiertas. Las de Kirguistán y Kazajistán tienen una apariencia más cónica y redondeada. Por lo general, la entrada de una yurta está orientada hacia el Sol para permitir que penetre la luz. En el interior se disponen frente a la entrada coloridas alfombras y mantas de fieltro dobladas y apiladas en arcones de madera. La costumbre es que un invitado importante o el patriarca de la familia se siente delante de esta vistosa decoración.
El lado derecho de la yurta es el reservado para las mujeres. Todos los utensilios de cocina, limpieza, costura y elaboración de fieltros se mantienen allí. El otro lado es para los hombres y es donde se colocan las sillas de montar, fustas y otros utensilios para la caza y para el cuidado de los animales.
La yurta sobrevive a los cambios políticos
La vida de los nómadas sufrió un cambio radical tras la Revolución comunista de 1917. Los rusos construyeron escuelas, hospitales y carreteras por toda Asia central, introduciendo una forma de vida más sedentaria.
Con el tiempo, muchos pueblos autóctonos abandonaron el nomadismo para establecerse en centros urbanos. Pero algunos pastores que crían ovejas, vacas y caballos en grandes granjas colectivas aún utilizan las yurtas durante los meses de verano.
"Cuando era adolescente recuerda Maksat, un kirguis que ahora ronda los 40 años, ayudaba a mi padre a cuidar el rebaño que tenía a su cargo. En el mes de julio, cuando la nieve se había derretido y los pasos quedaban abiertos, llevábamos a los animales hasta los pastos de alta montaña.
"Allí montábamos nuestra yurta al lado de algún arroyo, donde teníamos agua suficiente para cocinar y lavar. Y nos quedábamos hasta que el tiempo se volvía frío a principios de octubre." Puede decirse que la yurta todavía tiene un hueco en las sociedades modernas.
Las yurtas modernas
En lugares como Kirguistán es común ver yurtas a lo largo de la carretera que albergan tiendas o cafeterías donde los visitantes saborean la cocina local. También se pueden hacer una idea de cómo es la vida tradicional kirguis pasando la noche en una yurta en las montañas de Kirguistán o junto a las cristalinas aguas del lago IssykKul.
La yurta también está presente en algunas tradiciones funerarias de Asia central. Maksat explica: "En Kirguistán se coloca al muerto dentro de una yurta, a donde familiares y amigos acuden a llorar la pérdida de su ser querido"
En los últimos años han empezado a verse yurtas modernas en países occidentales. Hay quienes aseguran que son más prácticas y menos agresivas con el medio ambiente. Ahora bien, la mayoría son bastante diferentes de las usadas en el pasado, pues se fabrican con materiales de alta tecnología, con la intención de que sean estructuras más permanentes.
Aunque no se pueden precisar sus orígenes, el valor de la yurta es indudable. Sigue ligada a los pueblos nómadas de Asia central como un vivo testimonio del ingenio de estas gentes fuertes y adaptables.

miércoles, 21 de julio de 2010

El rey de la Selva Americano

¿DE QUIEN hablamos? Del jaguar, el felino más grande de América. ¿Y dónde lo podemos encontrar? En selvas tropicales, pantanos, zonas de monte bajo y desiertos del centro y sur del continente americano. A diferencia de la mayoría de los felinos, se siente tan a gusto en el agua como en la tierra o en los árboles.

Si pudiéramos observar de cerca a un macho adulto, veríamos un animal de hasta dos metros (seis pies) de largo, sin incluir la cola, y unos 120 kilos (260 libras) de peso. El jaguar es de hábitos solitarios y solo se junta con otros de su especie para el apareamiento. Los machos están listos entre los tres y cuatro años de edad, mientras que las hembras pueden tener su primera camada a los dos años. Por lo general, paren dos cachorros tras una gestación de entre tres y cuatro meses. En cautividad, el jaguar puede llegar a vivir más de veinte años.
Con relación al comportamiento esquivo y misterioso de estos grandes felinos, un biólogo señaló: "Es muy difícil encontrar un jaguar. Podrías estar de pie a su lado [...] y ni siquiera verlo" Su pelaje leonado, salpicado de rosetas negras con manchitas en su interior, lo ayuda a ocultarse y desaparecer en las sombras sin ser visto.
Un cazador solitario y silencioso
El jaguar es un cazador experto que se alimenta de unas ochenta y cinco especies de animales, entre los que se cuentan tapires, ciervos y monos. Como es tan buen nadador, también captura peces y tortugas con facilidad. En cierta ocasión, unos observadores vieron cómo un jaguar mataba a un caballo adulto, lo arrastraba unos 80 metros (250 pies) por terreno seco y luego cruzaba un río sin soltarlo.
Este inteligente felino suele acechar a sus presas encaramado silenciosamente en lo alto de un árbol. Cuando una manada de desprevenidos pecaríes animales rápidos, parecidos a los cerdos pasa bajo el árbol, el jaguar se abalanza sobre ellos. Con una poderosa dentellada mata a un pecarí y de un salto vuelve a subir al árbol. Allí espera a que termine de pasar la manada, y entonces recupera su presa.
Ahora bien, el jaguar es el único de los grandes felinos que no suele atacar a los seres humanos, y nunca se le ha considerado devorador de hombres. En realidad, son estos quienes representan una amenaza para el jaguar.
¿Por qué quedan tan pocos?
En un tiempo, el jaguar habitaba el territorio que se extiende desde el sur de Estados Unidos hasta cerca del extremo sur de América. Hoy día ha desaparecido de casi la mitad de los lugares que ocupaba un siglo atrás. Hasta mediados de la década de 1970, los cazadores mataban miles de jaguares todos los años por su piel; de hecho, tan solo en 1968 se exportaron más de trece mil quinientas pieles. Se calcula que en 2002 había menos de cincuenta mil ejemplares. En la actualidad, sin contar los que viven en zoológicos, solo quedan unos quince mil.
Un estudio realizado por la Wildlife Conservation Society revela que la deforestación ha eliminado casi el cuarenta por ciento del hábitat tradicional del jaguar. Según informes, tan solo en México desaparece cada minuto el equivalente a un campo de fútbol. Esto obliga al jaguar a alimentarse de ganado para sobrevivir.
Esfuerzos de conservación
Cerca de doscientos países apoyan la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, que considera ilegal cazar jaguares con propósitos comerciales. Para proteger su entorno natural, se han creado reservas en los parques nacionales. En 1986, el Santuario de Vida Silvestre de la Cuenca de Cockscomb, en Belice, se convirtió en la primera reserva de jaguares del mundo. Además, México ha dedicado a su protección 150.000 hectáreas (370.000 acres) de selva tropical de la Reserva de la Biosfera Calakmul, en la península de Yucatán.
Está por verse cuánto éxito tendrán los esfuerzos humanos por conservar al rey de la selva americano. De todos modos, tenemos el consuelo de saber que nuestro amoroso Creador pronto causará "la ruina de los que están arruinando la tierra" y que, tal como él se propuso, con el tiempo habrá paz entre el hombre y los animales (Revelación [Apocalipsis 11:18; Isaías 11:69).

martes, 20 de julio de 2010

¿Qué significa poner la otra mejilla?


EN SU famoso Sermón del Monte. Jesucristo recomendó: "No resistan al que es inicuo: antes bien, al que te de una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra" (Mateo 5:39).
¿Qué quiso decir? ¿Estaba Jesús instando a los cristianos a convertirse en víctimas pasivas? ¿Se supone que deberían sufrir en silencio y negarse a buscar protección legal?
¿Qué quiso decir Jesús?
Para comprender el sentido de estas palabras, hay que tener en cuenta el contexto en que se pronunciaron y las personas a quienes iban dirigidas. Antes de la recomendación, Jesús utilizó citas de las Santas Escrituras que sus oyentes judíos ya conocían. Por ejemplo, les recordó: "Oyeron ustedes que se dijo: 'Ojo por ojo y diente por diente." (Mateo 5:38).
Los pasajes a los que aludió se encuentran en Éxodo 21:24 y Levítico 24:20. Conviene destacar que, en armonía con la Ley de Dios, el castigo de "ojo por ojo" solo se administraba una vez que el infractor había sido juzgado por los sacerdotes y jueces, quienes sopesaban las circunstancias y el grado de premeditación de la ofensa (Deuteronomio 19:15-21).
Con el tiempo, los judíos tergiversaron la aplicación de esta ley. Un comentario bíblico del siglo xix del erudito Adam Clarke explica: "Parece que los judíos se sirvieron de esta ley [ojo por ojo, diente por diente] para justificar sus resentimientos privados y todos los excesos que cometían movidos por un espíritu de venganza. A menudo, las represalias se llevaban hasta el extremo y el mal que se devolvía era muy superior al que se había recibido" Pero las Escrituras no autorizaban las venganzas personales.
Lo que Jesús enseñó en el Sermón del Monte respecto a 'volver la otra mejilla' refleja el auténtico espíritu de la Ley dada por Dios a Israel. Jesús no quiso dar a entender que si alguno de sus seguidores recibía una bofetada, debía ofrecer la otra mejilla para que lo golpearan de nuevo. En tiempos bíblicos, como suele suceder hoy día, al dar una bofetada a alguien no se buscaba hacerle daño físicamente. Más bien, se pretendía insultarlo para provocar una reacción, una confrontación.
Obviamente, pues, Jesús se refería a que si una persona intentaba provocar a otra dándole una bofetada literal o hablándole con sarcasmo hiriente, el agredido no debía buscar venganza. Más bien, tenía que tratar de impedir que se iniciara un circulo vicioso de devolver mal por mal (Romanos 12:17).
Aquellas palabras de Jesús fueron muy similares a estas pronunciadas por el rey Salomón: "No digas: 'Tal como me hizo, así voy a hacerle a él. Le pagaré a cada uno según actúe'" (Proverbios 24:29). Un seguidor de Jesús pondría la otra mejilla en el sentido de que no permitiría que otros lo obligaran, por decirlo así, a entrar en una "confrontación" (Gálatas 5:26, nota).
¿Se puede actuar en defensa propia?
Que el cristiano ponga la otra mejilla no significa que no se defienda de agresores violentos. Jesús no dijo que nunca debemos defendernos, sino más bien, que nunca debemos atacar ni sucumbir al deseo de venganza. Aunque es sensato retirarse siempre que sea posible para evitar una pelea, en caso de que uno fuera amenazado por un agresor sería adecuado que diera pasos para protegerse y que pidiera ayuda a la policía.
Los primeros seguidores de Jesús pusieron en práctica ese mismo principio al defender sus derechos legales. Por ejemplo, el apóstol Pablo se amparó en el sistema legal de su tiempo para preservar su derecho a efectuar la comisión de predicar que tenían todos los discípulos de Jesús (Mateo 28:19, 20). En la ciudad de Filipos, durante un viaje de evangelización, Pablo y el misionero que lo acompañaba, Silas, fueron arrestados por las autoridades y acusados de violar la ley.
Los dos fueron azotados y encarcelados sin juicio, En cuanto se le presentó la oportunidad, Pablo invocó sus derechos corno ciudadano romano. Al enterarse de que Pablo era ciudadano, las autoridades temieron las consecuencias y les rogaron a él y a Silas que se marcharan sin causar problemas. De ese modo, Pablo estableció un precedente en Io relativo a "defender y establecer legalmente las buenas nuevas" (Hechos 16:19-24, 35-40: Filipenses 1:7).
Al igual que Pablo, los testigos de Jehová se han visto obligados en muchas ocasiones a acudir a los tribunales a fin de preservar el derecho a efectuar sus actividades cristianas. Y eso ha ocurrido incluso en países que dicen garantizar la libertad religiosa de sus ciudadanos. Por otra parte, en lo relacionado con el delito y la seguridad personal, no debe esperarse que los testigos de Jehová pongan la otra mejilla, es decir, que acepten pasivamente los abusos. Más bien, dan los pasos legales necesarios para defenderse.
Por lo tanto, como cristianos, los Testigos hacen bien en tomar medidas para establecer ciertos derechos legales, aunque sepan que muchas veces solo obtendrán resultados limitados. Y por ello, como Jesús, en última instancia dejan esos asuntos en las manos de Dios, seguros de que actuará con pleno conocimiento de los hechos y de que cualquier castigo que él imponga será un reflejo de su justicia perfecta (Mateo 26:51-53; Judas 9). Los cristianos verdaderos recuerdan que la venganza le pertenece a Jehová (Romanos 12:17-19).

miércoles, 7 de julio de 2010

¿Cómo superar un desengaño amoroso?

[Nota: Aunque el artículo trata el asunto desde una perspectiva femenina, los principios expuestos también son válidos para los varones]

“Llevábamos seis meses de novios, pero éramos amigos desde hacía cinco años. Cuando él decidió romper, ni siquiera pudo decírmelo: simplemente me dejó de hablar. Aquello me destrozó el corazón. No paraba de darle vueltas al asunto preguntándome qué había hecho mal.” (Raquel)

UNA ruptura puede apagar tu euforia y convertirla en un terrible desconsuelo. Gerardo y Susana, por ejemplo, llevaban saliendo juntos dos años, y llegaron a encariñarse mucho. Pasaban todo el día enviándose mensajes de texto románticos, y, de vez en cuando, él le hacía regalitos para demostrarle que se había acordado de ella. “Deseaba escucharme y comprenderme —cuenta Susana—. Hacía que me sintiera como una reina.”
Al poco tiempo empezaron a hablar de boda y de dónde vivirían. Gerardo hasta estuvo a punto de comprarle la sortija de compromiso. Pero un día, sin más ni más, él terminó con Susana y la dejó hecha un mar de llanto. A pesar de que ella siguió con su rutina, se sentía muy aturdida. “Estaba física y mentalmente agotada”, recuerda.
Por qué duele tanto
Si has sufrido un golpe como el de Susana, quizá te preguntes si serás capaz de superarlo (Salmo 38:6). Es normal que tengas la moral por los suelos. De hecho, tal vez sea una de las experiencias más traumáticas de tu vida. Hay quienes opinan que es como si parte de uno hubiera muerto. Tanto es así, que incluso puede que estés atravesando algunas de las siguientes etapas asociadas con la muerte de un ser querido:
Negación. “Lo nuestro no puede terminar. En un día o dos volverá.”
Rabia. “¿Cómo pudo hacerme esto? ¡Lo odio!”
Depresión. “Nadie jamás volverá a enamorarse de mí.”
Aceptación. “Sé que voy a salir adelante. Aún me duele, pero ya me siento mejor.”
Pese a ser un trago amargo, verás que puedes superarlo. Tal vez tu recuperación sea lenta o quizá sea rápida, todo depende de varios factores, como el tiempo y la madurez de la relación. Pero ¿cómo puedes combatir el dolor en este momento?
Deja cicatrizar la herida
¿Alguna vez has escuchado que el tiempo lo cura todo? Claro, si tu novio acaba de dejarte, este dicho quizá no te haga ninguna gracia. Y es que no basta con dejar pasar el tiempo. Supongamos, por ejemplo, que te has cortado. Aunque sepas que la herida cicatrizará en unos días, al principio te duele. Sin embargo, tienes que detener el sangrado, aliviar el dolor y evitar que se infecte. Lo mismo pasa con las heridas emocionales. Al principio duelen, pero debes tomar medidas para calmar el dolor y no dejar que la amargura te infecte. Si bien es cierto que el tiempo hace su parte, tú también debes hacer la tuya. Toma nota de las siguientes recomendaciones.
▪ Desahógate. Llora todo lo que quieras. La Biblia misma dice que hay “tiempo de llorar” y “tiempo de plañir” (Eclesiastés 3:1, 4). El llanto no es señal de debilidad. Hasta el rey David, un valiente guerrero, se sintió sumamente angustiado en cierta ocasión y reconoció: “Por las noches lloro tanto que mis lágrimas empapan mi almohada” (Salmo 6:6, Traducción en lenguaje actual).
▪ Cuida tu salud. Hacer ejercicio y comer bien te ayudará a recuperar las energías que el estrés te ha robado. De hecho, la Biblia afirma que “el ejercicio del cuerpo sirve para algo” (1 Timoteo 4:8, Versión Popular, 1983).¿Qué aspectos de tu salud crees que merecen atención?
▪ Mantén la mente ocupada. No dejes de realizar las actividades que te gustan. Y ahora, más que nunca, no te aísles (Proverbios 18:1). Si buscas la compañía de las personas que te quieren, lograrás concentrarte en cosas positivas. ¿Qué metas puedes fijarte para mantener la mente ocupada?
▪ Cuéntale a Jehová Dios cómo te sientes. A lo mejor esto es difícil para quienes creen que Dios los ha defraudado, pues ven que después de haber orado tantas veces para encontrar a alguien, las cosas no funcionaron (Salmo 10:1). Pero ¿estaría bien considerar a Dios un casamentero? De ninguna manera, y tampoco tiene la culpa de que uno de los dos haya terminado con el noviazgo. De lo que no cabe duda es de que Jehová “se interesa por [ti]” (1 Pedro 5:7). Por eso, cuéntale cómo te sientes. La Biblia nos asegura: “Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7). ¿Qué podrías decirle a Jehová en tus momentos de aflicción?

Mira al futuro
Una vez que tu herida haya sanado, convendría que analizaras lo que sucedió en tu relación anterior. Tal vez te sea útil responder por escrito a las siguientes preguntas.
¿Te dijo tu ex por qué iba a romper?
¿Qué otras razones pudieron haber causado la ruptura?
Al mirar atrás, ¿crees que pudiste haber hecho algo para corregir la situación?
¿Te ha hecho ver esta experiencia algún aspecto en el que podrías madurar espiritual o emocionalmente?
¿Qué cosas evitarías la próxima vez que tengas pareja?
Es cierto que te hubiera gustado coronar tu relación con un final feliz, pero piensa en esto: en plena tormenta quizá solo veas un cielo oscuro y tempestuoso. No obstante, tarde o temprano deja de llover y el Sol vuelve a brillar. ¿Recuerdas a las chicas citadas al principio del artículo? Ellas se recuperaron, y ten la seguridad de que tú también lo lograrás.
 PARA PENSAR
▪ ¿Qué rasgos de tu personalidad llegaste a conocer gracias a tu noviazgo anterior?
▪ ¿Qué lecciones pudiste extraer sobre las personas del sexo opuesto?
▪ ¿A quién podrías recurrir cuando te embarguen sentimientos de tristeza?

martes, 6 de julio de 2010

Cuando muere un hijo.... lo que sienten los padres

GENEAL había llevado a sus seis hijos —cinco niñas y un varón— a pasar las vacaciones en casa de unas amistades que vivían en la región norteña del estado de Nueva York. Un día las niñas decidieron ir al pueblo. El hijo, Jimmy, y otro chico preguntaron si podían ir de excursión. A los muchachos se les dijo que tuvieran mucho cuidado y que regresaran temprano por la tarde.


Hacia el final de la tarde los muchachos aún no habían regresado. “Mientras más tarde se hacía, más me preocupaba —recuerda Geneal—. Me imaginaba que quizás uno de ellos estuviera herido y que el otro no quería dejarlo solo.” La búsqueda continuó durante toda la noche. Temprano la mañana siguiente fueron hallados, y los temores de todos de que había sucedido lo peor quedaron confirmados... los muchachos se habían matado debido a una caída. Aunque ya han pasado diez años de esto, Geneal explica: “Jamás olvidaré el momento en que aquel policía entró en la casa. Él tenía el rostro sumamente pálido. Yo sabía lo que me iba a decir aun antes que él dijera una sola palabra”.


¿Cómo se sintió ella? Los sentimientos que se experimentan son más intensos que los sentimientos comunes que acompañan a otras pérdidas. Geneal explica: “Yo di a luz a Jimmy. Él solo tenía 12 años de edad cuando murió. Tenía toda su vida por delante. He sufrido otras pérdidas en la vida. Pero el sentimiento es diferente cuando una es madre y se le muere un hijo”.


La muerte de un hijo se ha descrito como “la pérdida máxima”, “la muerte más devastadora”. ¿Por qué? El libro Death and Grief in the Family explica: “La muerte de un hijo es tan inesperada. Es algo fuera de lugar, no es natural. [...] Los padres esperan cuidar de sus hijos, mantenerlos fuera de peligro, y criarlos para que lleguen a ser adultos saludables y normales. Cuando muere un hijo, es como si de repente se abriera la tierra bajo los pies de uno”.


En ciertos aspectos, ésta es una experiencia particularmente difícil para la madre. Después de todo, como lo explicó Geneal, alguien que había salido de ella ha muerto. Por eso en la Biblia se reconoce la congoja amarga que puede sentir una madre (2 Reyes 4:27). Por supuesto, también éstos son momentos difíciles para el padre de la criatura que ha muerto. Él también siente el dolor, la pena. (Compárese con Génesis 42:36-38 y 2 Samuel 18:33.) No obstante, a menudo él se abstiene de expresar abiertamente sus emociones por temor de parecer poco varonil. Puede que también le duela el que otros expresen mayor preocupación por los sentimientos de su esposa que por los de él.


A veces los padres que han perdido a un hijo llegan a experimentar un sentido particular de culpabilidad. Quizás piensen: ‘¿Pude haberlo amado más?’, ‘¿Le dije con suficiente frecuencia cuánto lo amaba?’, y: ‘Debí haberlo tomado en brazos más a menudo’. O quizás se sienta como Geneal, quien dijo: ‘Hubiera querido haber pasado más tiempo con Jimmy’.


Es natural que los padres se sientan responsables de su hijo. Pero a veces los padres que han sufrido la pérdida de un hijo se culpan a sí mismos porque les parece que pudieran haber hecho algo para impedir la muerte de su hijo. Por ejemplo, la Biblia describe cómo respondió el patriarca Jacob cuando se le hizo creer que un animal salvaje había matado a su hijo joven llamado José. Jacob mismo había mandado a José a que averiguara si sus hermanos se hallaban bien. Por eso quizás lo atormentaban sentimientos de culpabilidad como: ‘¿Por qué mandé a José solo? ¿Por qué lo envié a una zona donde abundan las bestias salvajes?’. Por eso “todos los hijos y todas las hijas [de Jacob] siguieron levantándose para consolarlo, pero él siguió rehusando recibir consuelo”. (Génesis 37:33-35.)


Como si el haber perdido a un hijo no fuera suficiente, algunos informan que sufren otra pérdida... pierden a sus amigos. Puede que los amigos realmente dejen de visitarlos. ¿Por qué? Geneal comentó: “Muchas personas esquivan a uno porque no saben qué decirle”.


Cuando muere un bebe


Juanita sabía lo que era perder a una criatura. Para cuando tenía poco más de veinte años de edad, ya había sufrido cinco abortos no provocados. Ahora estaba nuevamente encinta. Por eso, cuando tuvo que hospitalizarse debido a un accidente automovilístico, era comprensible que estuviera preocupada. Dos semanas después le empezaron los dolores de parto... prematuramente. Poco después de esto nació la pequeña Vanessa... que pesaba casi un kilo (poco más de 2 libras). “¡Yo estaba tan emocionada! —recuerda ella—. ¡Por fin era madre!”


Pero su felicidad duró poco tiempo. Cuatro días después Vanessa murió. Juanita recuerda: “Me sentía muy vacía. Había dejado de ser madre. Me sentía incompleta. Era doloroso para mí regresar a la casa y ver la habitación que habíamos preparado para Vanessa y las camisetitas que yo le había comprado. Durante los meses subsiguientes, estuve reviviendo el día del nacimiento de mi hija. No quería tener nada que ver con nadie”.


¿Fue ésta una reacción extrema? Quizás a otras personas se les haga difícil comprenderlo, pero aquellas que, como Juanita, han pasado por dicha experiencia explican que se acongojaron por la muerte de su bebé tal como si se tratara de alguien que hubiera vivido más tiempo. Ellas explican que, mucho antes que la criatura nazca, sus padres la aman. Cuando esa criaturita muere, es una verdadera persona la que ha muerto. Se desvanecen las esperanzas que tuvieron los padres de cuidar de la criaturita que estuvo moviéndose en el vientre de la madre.


Se puede entender por qué, después de haber sufrido esa pérdida, la madre que acaba de perder a su criatura tal vez se sienta incómoda en presencia de mujeres embarazadas y de madres con sus hijos. Juanita recuerda: “Yo no podía tolerar el ver a una mujer encinta. De hecho, hubo ocasiones en que hasta salía de una tienda sin haber terminado de comprar, sencillamente porque veía a una mujer encinta”.


También se experimentan otros sentimientos... como temor (‘¿Podré alguna vez tener un hijo normal?’), vergüenza (‘¿Qué diré a mis amistades y parientes?’) o cólera. Bonnie, cuya hijita murió dos días y medio después de haber nacido, recuerda: “Había veces que pensaba: ‘¿Por qué me ha sucedido esto a mí? ¿Por qué a mi hijita?’”. Además, a veces se experimenta humillación. Juanita explica: “Había madres que salían del hospital con sus bebés, y todo lo que yo tenía era un animal de peluche que mi esposo había comprado. Me sentí humillada”.


Si usted ha perdido a un ser amado en la muerte, puede serle provechoso saber que lo que usted está experimentando es normal, que otras personas han pasado por lo mismo y han experimentado sentimientos como los de usted.

Sugerencias prácticas para los recién casados

Él: "¡Nunca imaginé que fuéramos tan diferentes! Por ejemplo, yo funciono mejor por las mañanas, mientras que ella está más activa por las noches. Además, no hay quien entienda sus cambios de humor. Y si me pongo a cocinar ¡no deja de regañarme! ¿Por qué le molesta tanto que me limpie las manos con el paño?".


Ella: "Mi esposo es hombre de pocas palabras, mientras que, en mi familia, todos hablamos mucho, sobre todo a la hora de comer. Y cuando él cocina, ¡siempre se limpia las manos con el paño de secar los platos! ¿Cómo harán otras parejas para entenderse? ¡Con razón dicen que el primer año de casados es el más difícil!"


ES POSIBLE que este tipo de situaciones les resulten familiares a muchos recién casados. Tal vez les haya pasado que, de repente, empiezan a ver defectos donde antes no parecía haberlos. Pues bien, ¿qué pueden hacer para que "los problemas normales de la vida de casados" no pongan en peligro su relación? (1 Corintios 7:28, Diego Ascunce.)


En primer lugar, no piensen que, por estar ustedes casados, ya son unos expertos en lo referente al matrimonio. Seguramente, mientras eran solteros, aprendieron a llevarse bien con otra gente y, durante el noviazgo, desarrollaron otras cualidades que los acercaron más el uno al otro. Sin embargo, el matrimonio someterá su relación a otras pruebas que los obligarán a cultivar nuevas cualidades. Y claro está, como en todo proceso de aprendizaje, cometerán errores. Pero eso no quiere decir que su matrimonio no pueda salir adelante. La mejor forma de adquirir una destreza es consultando a un experto en la materia y poniendo en práctica sus sugerencias. Pues bien, el mayor experto en el tema del matrimonio es Jehová Dios. A fin de cuentas, si los seres manos nos casamos es porque Dios nos creo con ese deseo (Génesis 2:22-24). Así pues, veamos qué consejos da en su Palabra, la Biblia a los recién casados. Sin duda los ayudarán a superar las dificultades que surjan y cultivar habilidades necesarias a fin de que su matrimonio dure mucho más de un año.

CONSULTENSE EL UNO AL OTRO
¿Por qué es difícil? A veces uno de los cónyuges olvida que sus decisiones afectan al otro. Ese era el problema de Keiji," de Japón. Él explica: "Solía aceptar invitaciones sin preguntarle a mi esposa. Y claro, luego resultaba que ella no siempre podía cumplir con esos compromisos". Allen, de Australia, se resistía a consultar a su esposa debido a su crianza. "Me habían enseñado que un hombre de verdad nunca consultaba nada con su esposa." Algo parecido le pasaba a Dianne, que vive en Gran Bretaña: "Estaba acostumbrada a pedir consejos a mi familia a tomar alguna decisión, así que al principio los consultaba a ellos y no a mi esposo".


¿Cuál es la solución? Recuerden que Dios ve a los cónyuges como "una sola carne” (Mateo 19:3-6). Para él, ninguna otra relación humana es más importante que la que existe entre un hombre y su esposa. Y hay algo fundamental para mantener fuerte ese vínculo: una buena comunicación. A este respecto, el propio Jehová es el mejor ejemplo. En Génesis 18:17-33 se narra la ocasión en la que Dios se comunicó con su siervo Abrahán. En este relato se pueden distinguir tres detalles que demuestran la forma respetuosa con que Jehová lo trató: 1) le explicó lo que se proponia hacer; 2) escuchó su opinión, y 3) le mostró que estaba dispuesto a hacer ciertos para complacerlo. ¿Podrán ustedes seguir este mismo patrón antes de tomar decisiones?


¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? siguientes pasos cada vez que uno tenga que tomar una decisión que afecte al otro. 1) Expliquele a su conyuge cuál cree que es la mejor opción sin plantearla como si fuera un ultimátum o una decisión ya tomada. 2) Pregúntele su opinión y no olvide que su pareja tiene derecho a pensar de forma diferente. 3) Demuestre que es razonable complaciendo en lo posible los deseos del otro (Filipenses 4:5)


HABLEN CON TACTO

¿Por qué es difícil? Muchas personas han sido educadas en familias o en culturas donde no se considera ofensivo expresarse con cierta brusquedad. Liarn, por ejemplo, que vive en Europa, admite: "De donde yo vengo, la gente no se anda con rodeos. Por eso, tuve que aprender a expresar mis deseos con tacto para no ofender a mi esposa".


¿Cuál es la solución? Piensen que no todo el mundo está acostumbrado a que lo traten con el mismo grado de franqueza (Filipenses 2; 3, 4). El apóstol Pablo dio un consejo a cierto misionero que puede resultarles muy útil a los recién casados: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable. El termino griego original que se vierte “amable” también puede traducirse por “lleno de tacto” (2 Timoteo 2:24; nota) Así pues, los recién casados harán bien en cultivar tacto, es decir habilidad para intervenir en asuntos delicados o para tratar los demás en situaciones comprometidas sin ofenderlos.


¿PORQUE NO INTENTAN ESTO? Si su pareja hace algo que le molesta, piense en cómo se lo diría si, en ver de ser su conyuge, fuera un buen amigo o su jefe. ¿Emplearía el mismo tono y las mismas palabras? Que cada uno haga una lista de por qué su conyuge merece que lo traten con mas respeto y tacto que un amigo o un jefe (Colosenses 4:6)


ADAPTENSE A SU NUEVO PAPEL

¿Por qué es difícil? Por un lado puede que los varones recién casados no sepan ejercer de cabezas de familia y, sin quererlo, ofendan a us esposas. Y por otro, ellas quizás no estén acostumbradas a hacerle sugerencias a su esposo con tacto. Un italiano llamado Antonio explica su problema: “Mi padre casi nunca consultaba a mi madre, asi que cuando forme mi propia familia, me comportaba como si fuera un dictador”. El problema de Debbie, de Canadá es otro. “No le pedía a mi esposo que fuera mas ordenado, se lo exigía. Y, claro, con esa actitud de mi parte, el nuca daba su brazo a torcer”.


¿Cuál es la solución en el caso del esposo? Algunos hombres confunden la instrucción bíblica de que la esposa debe sujetarse a la autoridad de su conyuge con la obediencia qe un hijo le debe a sus padres (Colosenses 3:20; 1 Pedro 3:1). Pero ambas relaciones son muy distintas. La Biblia dice que el esposo “se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne” mientras que no dice nada parecido de la relación entre padres e hijos (Mateo 19:5). Es mas, Jehová describe a la esposa como un complemento, una compañera, del esposo (Génesis 2:18) Sin embargo, en ningun momento dice que un hijo sea el "complemento" de sus padres. Así pues, el hombre que trata a su esposa como si fuera su hija no estaría respetando las instrucciones divinas.


En realidad, la Biblia exhorta al varón a tratar a su esposa del mismo modo en que Jesús trata a la congregación cristiana. ¿Y cómo puede el cabeza de familia imitar a Cristo? ¿Qué puede hacer para que a su esposa le resulte más fácil cumplir con su papel? Primero, no debe esperar que ella acepte su autoridad y dirección desde el primer momento y sin equivocarse. Y segundo, debe tratarla aun en circunstancias difíciles con el mismo amor y cuidado con el que trata su propio cuerpo (Efesios 525-29).


¿Cuál es la solución en el caso de la esposa? Debe reconocer que Dios ha elegido al varón como cabeza de familia (1 Corintios 11:3). De modo que la mujer que respeta el papel de su marido también muestra respeto por Dios. Pero si no acepta la autoridad de su esposo, si no acepta la autoridad de su esposo, no solo estará rechazándolo a el, sino también a Dios y sus normas (Colosenses 3:18).


¿Y si no concuerdan en algún asunto serio? En vez de atacar al esposo, lo más sabio es atacar el problema. Así lo hizo la reina Ester. Cuando quiso que su esposo, el rey Asuero, corrigiera una injusticia, no se concentró en si él tenía la culpa o no. Más bien, le planteo la situación con tacto y, como resultado, el le dio la razón e hizo lo que era justo (Ester 21-4; 8:3-8). Entonces, ¿que puede hacer la mujer para que su esposo la ame más profundamente? Primero, ser paciente mientras el aprende a ejercer su papel de cabeza y, segundo, tratarlo con respeto, incluso cuando él cometa errores (Efesios 5:33).


¿POR QUE NO INTENTAN ESTO? En vez de llevar la cuenta de lo que el otro debe hacer, concéntrense en lo que cada uno debe cambiar. Esposo, cada vez que note que a su esposa no le gusta el modo en que usted ejerce su papel como cabeza de familia, pregúntele cómo puede mejorar. Esposa, cuando su esposo se queje de que usted no lo respeta, pregúntele cómo puede mejorar. Que cada uno anote las sugerencias del otro y trate de ponerlas en práctica.


Sean realistas

Lograr un matrimonio feliz es como aprender a andar en bicicleta. Al principio, todo el mundo va dando tumbos porque cuesta mantener el equilibrio. De igual modo, es normal que los cónyuges cometan errores durante sus primeros años de casados. Asi pues, cultiven un sano sentido del humor. Aprendan a reírse de sus propios errores, pero tómense en serio las preocupaciones de su pareja. Aprovechen las oportunidades que se les presenten para hacerse felices el uno al otro durante el primer año de matrimonio (Deuteronomio 24:5). Pero sobre todo, déjense guiar por la Palabra de Dios. Verán cómo se fortalece su matrimonio con cada año que pasa

sábado, 3 de julio de 2010

¿Les tiene miedo a los muertos?

“¡CLARO que no! —tal vez responda usted—. Los muertos no pueden hacerme nada.” Pero ¿sabía que hay millones de personas que sí les tienen miedo? En muchas zonas del mundo —entre ellas algunos países hispanohablantes— está muy extendida la creencia de que los muertos se convierten en espíritus y pueden volver del más allá.


Por ejemplo, en Benín (África occidental) se cree que los seres humanos tienen una parte espiritual que sobrevive a la muerte y puede regresar para matar a miembros de su propia familia. Muchas personas llegan a vender propiedades o hasta endeudarse para aplacar a los espíritus con ritos y sacrificios. Incluso hay quienes tratan de comunicarse con ellos a través de prácticas espiritistas. Y no es extraño que algunas personas vivan espeluznantes experiencias que atribuyen a seres de ultratumba.


Una de tales personas fue Agboola, quien vive cerca de la frontera entre Benín y Nigeria. Él cuenta: “Aquí el espiritismo está presente en todo aspecto de la vida. Existe la tradición de lavar ceremoniosamente a los difuntos a fin de prepararlos para el mundo de los espíritus. Yo aprovechaba el jabón que sobraba para mezclarlo con unas hojas y elaborar un ungüento. Luego, mientras lo untaba en mi rifle, decía en voz alta qué tipo de animal quería cazar. Este tipo de costumbres son comunes en esta región y parecían dar resultado. Sin embargo, el espiritismo también tiene otra cara, una mucho más aterradora.


”Como dos de mis hijos fallecieron en extrañas circunstancias, yo temía que alguien me hubiera lanzado un maleficio. Así que fui a consultar a un hombre mayor famoso por sus poderes mágicos. Él confirmó mis sospechas y me reveló algo aún peor: que los espíritus de mis hijos iban a convertirse en esclavos de su asesino cuando este muriera. También me dijo que a mi tercer hijo le pasaría lo mismo. Y, en efecto, mi hijo falleció pocos días después.”


Fue entonces cuando Agboola conoció a John, un testigo de Jehová de Nigeria que utilizó la Biblia para aclararle la verdad sobre los muertos. La explicación que recibió le cambió la vida, y lo mismo puede hacer con quienes viven esclavos de este tipo de creencias.


¿Pueden los muertos hacernos daño?

Ningún ser humano, por muchos poderes que afirme tener, está tan capacitado como Jehová Dios para contestar esta pregunta. ¿Por qué? Porque Él es el Creador de todos los seres vivos “en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles” (Colosenses 1:16). Él creó a los ángeles para vivir en el cielo, y al hombre y los animales para habitar la Tierra (Salmo 104:4, 23, 24). Además, todas las formas de vida dependen de Dios (Revelación [Apocalipsis] 4:11). Por tanto, hacemos bien en analizar lo que su Palabra, la Biblia, dice acerca de la muerte.


Las Escrituras muestran que el primero en hablar de la muerte fue el propio Jehová: él les advirtió a Adán y Eva que si le desobedecían, iban a morir (Génesis 2:17). ¿Qué implicaría eso? Lo aclaró más tarde, al decir: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Por tanto, cuando las personas mueren, su cuerpo se descompone y vuelve al polvo. En efecto, su vida termina por completo.


Adán y Eva decidieron rebelarse contra Dios, y se les sentenció a la pena capital. Sin embargo, los primeros en fallecer no fueron ellos, sino su hijo Abel, quien fue asesinado por su hermano mayor, Caín (Génesis 4:8). ¿Tenía miedo Caín de que su difunto hermano fuera a vengarse? No. Lo que le angustiaba eran las posibles represalias de las personas que sí estaban vivas (Génesis 4:10-16).


Veamos ahora otro ejemplo bíblico que ocurrió muchos siglos después. Ciertos astrólogos informaron al rey Herodes que dentro de sus dominios había nacido el “rey de los judíos”. Esta noticia le inquietó tanto que, para deshacerse de aquel posible rival, mandó asesinar a todos los niños varones de Belén menores de dos años. Pero no logró matar a Jesús, pues un ángel se le apareció a José y le dijo: “Toma al niñito y a su madre, y huye a Egipto” (Mateo 2:1-16).


Cuando Herodes murió, el ángel le indicó a José que volvieran a Israel, “porque [habían] muerto los que buscaban el alma del niñito” (Mateo 2:19, 20). Aquel ángel —que procedía del mundo de los espíritus— sabía que Herodes, una vez muerto, no podía hacerle ningún daño a Jesús. En efecto, José ya no tenía por qué temer a este rey. Pero sí tenía razones para tener miedo de su sucesor, Arquelao. Por eso se llevó a su familia a vivir a Galilea, fuera de la jurisdicción de este tiránico rey (Mateo 2:22).


¿Qué lección aprendemos de estos relatos? Que los muertos no pueden hacernos nada. Entonces, ¿cómo se explican experiencias como la de Agboola?


¿Espíritus de personas muertas, o demonios?


Años más tarde, Jesús tuvo varios encuentros con algunos espíritus malignos. Estos lo reconocieron y lo llamaron “Hijo de Dios”. Jesús también sabía quiénes eran ellos; no dijo que fueran espíritus de personas muertas, sino “demonios”, es decir, criaturas espirituales malvadas (Mateo 8:29-31; 10:8; Marcos 5:8).


En la Biblia no solo se menciona a estos seres espirituales que se han hecho rebeldes, sino también a otros que son fieles a Dios. En el libro de Génesis se habla de unos ángeles llamados querubines, que Jehová colocó al este del Edén para bloquear la entrada cuando expulsó de allí a Adán y Eva (Génesis 3:24). Según parece, esta fue la primera ocasión en que criaturas espirituales se hicieron visibles a los seres humanos.


Tiempo después, un número indeterminado de ángeles bajaron a la Tierra y adoptaron forma humana. Pero, en este caso, no fue Jehová quien los envió. Fueron ellos los que “abandonaron su propio y debido lugar” en los cielos (Judas 6). Sus intenciones eran egoístas: querían tener relaciones sexuales con mujeres. Al hacerlo, engendraron una raza de seres híbridos conocidos como nefilim. Tanto los ángeles rebeldes como sus hijos llenaron la Tierra de violencia y maldad (Génesis 6:1-5). Entonces Jehová decidió acabar con todas las personas malvadas —incluidos los nefilim— mediante un diluvio que cubrió de agua el planeta. Ahora bien, ¿qué les ocurrió a los ángeles rebeldes?


El Diluvio los obligó a regresar al mundo de los espíritus. Sin embargo, Jehová no les permitió recuperar “su posición original” (Judas 6). La Biblia señala que “Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, sino que, al echarlos en el Tártaro, los entregó a hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio” (2 Pedro 2:4).


¿Qué es el Tártaro? No es ningún lugar específico, sino el estado de humillación y degradación en el que se encuentran los demonios. Esta situación limita su actividad, por lo que ya no pueden materializarse. Con todo, siguen teniendo mucho poder para influir en la mente y la vida de las personas. También pueden entrar en seres humanos y animales para apoderarse de ellos (Mateo 12:43-45; Lucas 8:27-33). Además, pueden engañarnos fingiendo ser espíritus de personas muertas. ¿Con qué objetivo? Quieren hacernos creer que los difuntos siguen vivos para que participemos en prácticas que Jehová desaprueba y así nos alejemos de él.


Cómo vencer el miedo a los muertos

Estas explicaciones bíblicas le parecieron muy razonables a Agboola. Como quería profundizar en el tema, aceptó la propuesta de John de estudiar la Biblia y otras publicaciones bíblicas. Para él fue un gran alivio aprender que sus hijos no se habían convertido en espíritus ni iban a ser esclavos de su asesino, sino que estaban descansando en la tumba (Juan 11:11-13).


Además, llegó a la conclusión de que debía cortar con el espiritismo de una vez para siempre. Por ello, quemó todos los objetos que tenía relacionados con el ocultismo (Hechos 19:19). Algunos vecinos le advirtieron: “¡Vas a enojar a los espíritus!”. Pero Agboola ya no tenía miedo. Él siguió el consejo de Efesios 6:11, 12: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios [...]; porque tenemos una lucha [...] contra las fuerzas espirituales inicuas”. ¿En qué consiste esta armadura espiritual procedente de Dios? Entre otras cosas, se compone de la verdad, la justicia, las buenas nuevas de la paz, la fe y la espada del espíritu, que es la Palabra de Dios. Dicha armadura proporciona la mejor protección posible.


Al ver que Agboola había abandonado sus tradiciones espiritistas, algunos de sus parientes y amigos lo marginaron. Sin embargo, en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová encontró amigos nuevos, personas que creen lo que la Biblia enseña.


Agboola ha aprendido que Jehová pronto limpiará la Tierra de toda maldad y restringirá por completo la actividad de los demonios. Finalmente, serán destruidos para siempre (Revelación 20:1, 2, 10). Además, sabe que Dios resucitará en la Tierra a “todos los que están en las tumbas” (Juan 5:28, 29). Millones de personas volverán a vivir, lo que incluye a Abel y a los niños inocentes que asesinó el rey Herodes. Agboola tiene fe en que sus tres hijos también resucitarán. Y lo mismo puede ocurrir con nuestros seres queridos que han muerto. Cuando vuelvan a la vida, los resucitados nos confirmarán que durante todo ese tiempo estuvieron totalmente inconscientes, y que ningún rito o ceremonia que se realizara a su favor tuvo efecto en ellos.


En resumen, queda claro que no hay razón para temer a los muertos. Lo que es más, tenemos la esperanza de volver a ver con vida a nuestros seres queridos que han fallecido. Mientras esperamos que llegue ese día, hacemos bien en estudiar la Biblia para fortalecer nuestra fe. También debemos relacionarnos con quienes creen lo que enseña la Palabra de Dios. Y es muy importante que dejemos inmediatamente cualquier práctica espiritista y que nos protejamos de los demonios con “la armadura completa que proviene de Dios” (Efesios 6:11). Para ayudar a quienes deseen dar estos pasos, los testigos de Jehová imparten cursos bíblicos sin ningún costo con el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?


En la actualidad, Agboola ha superado el miedo a los muertos y sabe cómo protegerse de los demonios. Él mismo cuenta: “No sé por qué murieron mis tres hijos. Pero desde que empecé a servir a Jehová, he tenido siete más, y ningún espíritu ha venido a hacerles daño”.

Un aborto espontáneo.... que hacer, que decir y que no decir

A veces es difícil saber con exactitud qué decir o hacer cuando un familiar o una amiga sufre un aborto. Puesto que no todas las personas reaccionan igual ante la pérdida de un hijo, no existe una fórmula fija para brindar consuelo y ayuda. Sin embargo, le pueden resultar útiles las siguientes recomendaciones.

Qué hacer:
  •  Ofrézcase a cuidar de los niños mayores.
  • Prepare comida para la familia y llévesela.
  • No se olvide del esposo. Como dijo un padre en cierta ocasión, “no se hacen muchas tarjetas para los padres que pasan por esta situación”.
 Qué decir:
 ◆ “Lamento muchísimo lo sucedido.” 
Estas palabras sencillas significan mucho y pueden preparar el camino para ofrecer más consuelo.

◆ “No hay nada de malo en llorar.”
Durante las primeras semanas o incluso meses, se suele tener ganas de llorar. Asegúrele a su amiga o pariente que no va a dejar de quererla porque demuestre sus sentimientos.

◆ “¿Puedo llamarte la semana que viene para ver cómo estás?”
Es posible que al principio ella reciba muchas condolencias. Sin embargo, con el tiempo, las atenciones disminuyen aunque el dolor continúa. Puesto que pudiera pensar que se la ha olvidado, es bueno que sepa que usted todavía la apoya. Tenga en cuenta que, a veces, la pena dura semanas o meses, e incluso puede aflorar después de tener otro hijo.

◆ “No sé qué decir.”
Es mejor admitirlo que callarse. Su franqueza y su presencia revelan interés sincero.

Qué no decir:

◆ “Siempre pueden tener otro hijo.”
Aunque eso sea verdad, tal vez se entienda como una falta de empatía. Los padres no querían un hijo, querían ese hijo. Antes de pensar en otro, es muy probable que necesiten llorar su pérdida.

◆ “Lo más seguro es que tuviera algún defecto.”
Si bien es posible que fuera así, no es un gran consuelo, pues para la madre, su hijo siempre estuvo sano.

◆ “Al menos no conocías al niño. Hubiera sido mucho peor de haber ocurrido más tarde.”
La mayoría de las mujeres embarazadas establecen enseguida un vínculo con el hijo que llevan en la matriz, de modo que su muerte suele causarles un profundo dolor. Por otro lado, el que nadie “conociese” a la criatura como la madre intensifica dicho sufrimiento.

◆ “Por lo menos tienen otros hijos.”
Para los apenados padres, esto equivaldría a decirle a alguien que ha perdido un brazo que aún le queda otro.

Desde luego, no debemos olvidar que de vez en cuando hasta las personas más cariñosas y sinceras dicen algo inoportuno (Santiago 3:2). Por lo tanto, las mujeres sabias que han sufrido un aborto demuestran amor cristiano al no guardar rencor a quienes, con buenas intenciones, hacen un comentario desafortunado (Colosenses 3:13).