domingo, 28 de noviembre de 2010

La importancia del sueño

Estudios recientes indican que el norteamericano de término medio duerme entre siete y siete horas y media cada noche._ ¿Cuánta importancia tiene el sueño? Mientras estamos dormidos, atravesamos a intervalos de entre sesenta y noventa minutos las llamadas fases de movimientos oculares rápidos. Durante esas fases, el cerebro está muy activo, y los investigadores creen que realiza algún tipo de autorreparación. Algunos de ellos afirman que la interrupción repetida del ciclo de fases, con la consiguiente pérdida de sueño, tiene un efecto acumulativo. La función cerebral se ve afectada, lo que se traduce en falta de eficiencia y en una amplia gama de dolencias físicas.
La cafeína y otras sustancias pueden bloquear a corto plazo el compuesto químico que induce el sueño. No obstante, el cerebro está dotado de un mecanismo que nos hace sentir somnolientos si no dormimos lo suficiente, provocando lo que se ha dado en llamar microsueños. Según el periódico The Toronto Star, “sin importar lo que estemos haciendo, el cerebro privado de sueño entrará periódicamente en la primera etapa del sueño durante lapsos que van de diez segundos a más de un minuto”. Imagínese que está conduciendo un automóvil a unos 50 kilómetros (30 millas) por hora y experimenta un microsueño de diez segundos. En ese breve lapso habrá recorrido una distancia equivalente al largo de un campo de fútbol. Además, sacrificar el sueño puede debilitar su sistema inmunológico, porque mientras dormimos el cuerpo produce las células T encargadas de luchar contra los agentes patógenos. También produce leptina, una hormona que regula el apetito. En realidad, el sueño es tan necesario para el organismo como el ejercicio y la nutrición adecuados.
¿Está el trabajo extra robándole el sueño que tanto necesita? ¿Qué hay de las inquietudes de la vida y la preocupación por las posesiones acumuladas para el futuro? El sabio rey Salomón dijo una vez: “Dulce es el sueño del que rinde servicio, sin importar que sea poco o mucho lo que coma; pero la abundancia que pertenece al rico no le permite dormir” (Eclesiastés 5:12).

viernes, 26 de noviembre de 2010

Las mansiones en miniatura de Estambul


En muchas partes del mundo es común ver casas de madera para pájaros. Son ideales para que se alimenten, aniden, críen a sus polluelos y se mantengan al abrigo de los elementos y a salvo de los depredadores. En Estambul hay algunas parecidas a edificios de gran tamaño, como mansiones, mezquitas o palacios.  (Pese a su gran realismo, no suelen reproducir ningún edificio en particular.) Allí se las llama palomares, mansiones para pájaros e incluso palacios de gorriones.

Las más antiguas se remontan al siglo XV y siguen el estilo arquitectónico otomano. Eran sencillas, pero a partir del siglo XVIII se volvieron más ornamentadas y lujosas. Algunas contaban con comederos y bebederos, pasillos e incluso balcones desde donde los pájaros podían, por así decirlo, disfrutar de las vistas. Solían estar ubicadas en el muro _ más soleado del edificio y proporcionaban el mejor abrigo contra el viento, lejos del alcance de gatos, perros y personas. A veces se les añadían detalles, no solo pensando en los pájaros, sino como elementos de diseño y decoración. Se pueden encontrar en los muros de mezquitas grandes y pequeñas, en fuentes públicas, bibliotecas, puentes y casas particulares.
Es triste, pero muchas de estas diminutas mansiones se han deteriorado por la exposición a los elementos, y otras han sido destruidas por personas que no reconocían su valor. Cada vez quedan menos. Sin embargo, si usted es amante de la arquitectura histórica y alguna vez visita Estambul, trate de divisar estas delicadas miniaturas bajo los aleros de los edificios. Ahora que sabe lo que son, observarlas enriquecerá su visita a la ciudad.  

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El asombroso proceso del parto, la oxitocina y la progesterona

LA LARGA espera llega a su fin. Se cumplen nueve meses, y el bebé tan anhelado está a punto de nacer. Hasta entonces, el cuello uterino de la madre ha permanecido firmemente cerrado, manteniendo al feto a salvo en el interior del útero. Pero llega un momento en que el cuello uterino pierde grosor, se ablanda y se relaja. Comienza el milagro del nacimiento.
¿Qué desencadena el maravilloso proceso del parto? Entre los diversos factores implicados, hay dos que llaman la atención especialmente. El primero es la liberación de oxitocina, una hormona que se produce en el cerebro tanto de hombres como de mujeres. Cuando empieza el parto, la embarazada libera una gran cantidad de oxitocina que provoca, por un lado, la dilatación del cuello uterino y, por otro, la contracción del útero. 
Lo que aún es un misterio es cómo la pituitaria, la glándula que libera esta hormona, sabe cuándo es el momento de cumplir dicha función. El libro El viaje increíble. Explorando el cuerpo humano explica: “El cerebro de la madre [...], por alguna razón, percibe que la gestación ha terminado y que ha llegado el momento de que los poderosos músculos uterinos [...] asuman su corta pero heroica tarea en el parto”.
El segundo factor es el papel de la placenta, que deja de producir progesterona. Durante el embarazo, la progesterona impedía que hubiera contracciones fuertes. Pero ya sin el efecto de esta hormona, el útero empieza a contraerse. Por lo general, entre ocho y trece horas después de iniciarse el parto, el bebé es empujado hacia el exterior a través del cuello uterino, ahora relajado y dilatado. Posteriormente se expulsa también la placenta.
El recién nacido debe adaptarse con rapidez a nuevas condiciones de vida, muy distintas a las del seno materno. Por ejemplo, durante su vida uterina tenía los pulmones llenos de líquido amniótico, que expulsó cuando atravesó el canal del parto. Ahora, los pulmones deben llenarse de aire para dar inicio a la respiración, algo que suele estar acompañado por el primer llanto. También en el corazón y en el resto del sistema circulatorio se producen cambios radicales. El agujero oval, que comunicaba las dos aurículas del corazón, se cierra; y lo mismo sucede con un vaso sanguíneo que impedía que circulara sangre por los pulmones. Esto permite que la sangre sea reconducida a través de los pulmones, donde puede absorber oxígeno. Resulta asombroso que la adaptación del bebé al mundo exterior sea tan rápida.
De principio a fin, el proceso del parto nos hace pensar en esta declaración bíblica: “Para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos”. Eso incluye un “tiempo de nacer” (Eclesiastés 3:1, 2). Seguramente estará de acuerdo en que esta serie de cambios bioquímicos y físicos, que ocurren en cuestión de horas, son prueba evidente de que hemos sido diseñados por un Creador, al que la Biblia llama “la fuente de la vida” (Salmo 36:9; Eclesiastés 11:5).